lunes, 7 de abril de 2008

No es oro todo lo que reluce

Hola amigos, nos os creáis que lo que cuento en el próximo artículo falta a la verdad, sin embargo, el final del artículo no lo es, porque a veces, en un segundo, descubres la hipocresía humana. Afortunadamente, sólo fue una anécdota sin importancia en un año que no tendrá precedentes para mí. Y, además, salvado, a su vuelta, por la sonrisa de Rosarillo, fiel compañera viajera de sonrisas y por qué no decirlo, de esta única fatiga. Gracias, guapa.
¡Hola a todas y a todos desde esta nevada y soleada ciudad, porque por increíble que os parezca esta urbe es así de paradójica! Mi madre, como buena profesora de educación infantil, siempre les ha enseñado a los niños que hay nieve en invierno cuando hace frío y el sol sale para dar calor, sin embargo, y a pesar de que confío plenamente en las dotes pedagógicas de mi progenitora debo ponerlo en duda. Ya que aquí cuando Lorenzo sale, hace un frío que pela, y sin embargo, cuando nieva se está mucho mejor. Pero, para paradojas lo que me pasó el otro día en el autobús, ya que, los autobuses de Metz están perfectamente adaptados, lo que nos permite subir con gran comodidad. Por ello, nos habíamos hecho unas asiduas usuarias de este transporte público. Pero, sin embargo, para este país tan avanzado, este tipo de vehículo muy similar al de la terreta, pero mejorado, no cumple las medidas de seguridad necesarias para montar con mi silla cuatro por cuatro. No me dejaron subir en él, por lo que sufrí, discriminación al fin y al cabo. A pesar de esta anécdota, han sido unos días muy especiales, en los hemos tenido las emociones a flor de piel. Tuvimos una sesión intensiva de papis, adoptivos para mí, pero papis, al fin y al cabo. Además, le dijimos un hasta pronto a nuestro amigo Roberto, el señor Ingeniero, no licenciado, que nos alegra los días con su optimismo incorregible. Te echaremos de menos a ti y al resto de erasmus del primer cuatrimestre. Lo mejor ha sido esta semana de vacaciones, en la que, mientras Rosarillo volaba a tierras londinenses, yo he recibido la visita de mis amigos Nata, Ana y Clara con los que he pasado una semana inolvidable en la que hemos aprovechado para viajar, conversar pero, por encima de todo, divertirnos. He pasado gracias a ellos una de las mejores semanas de mi vida. Por ello, puedo afirmar, contrariamente a lo que dice Sabina que no vivo en el nº 7 de la calle Melancolía y me he mudado hace años al barrio de la alegría. Sólo faltabas tú, hermanita, os queremos.

No hay comentarios: