lunes, 7 de abril de 2008

Fiesta de inauguración de la silla

En Francia, país pionero donde los haya, existe la sabia tradición de inaugurar un piso cuando vas a vivir en él de forma definitiva, especialmente cuando te independizas. Por ello, nosotros realizamos la fiesta cremaillere de la silla como homenaje a la silla que me había tenido que comprar en esas tierras y, por qué no decirlo como un símbolo de mi libertad.

¡Hola a todas y a todos desde esta helada, que no nevada, ciudad metziana! Hoy nos hemos levantado y estaba todo cubierto por un manto blanco, que para nuestra sorpresa no era nieve sino escarcha, tal como lo nombraba el poeta Miguel Hernández en su famosa nana de la cebolla. Gracias a las bajas temperaturas, cada día me tengo que disfrazar antes de salir de casa aunque aún no haya llegado el carnaval. Todos los días me pongo unos pantalones de astronauta que pesan tanto que parece que vaya a ir a luna en un viaje relámpago de ida y vuelta. Ahora bien, como dice el dicho, ande yo caliente y ríase la gente. Pero no os creáis que los 5º bajo cero nos impiden ir a la compra o escoger las asignaturas para el próximo semestre, que está a la vuelta de la esquina. Tarea bastante ardua si tenemos en cuenta que aquí cada facultad funciona de manera independiente. Ahora, eso sí, aquí están absolutamente todas adaptadas, integrando de manera natural a las personas con necesidades especiales como yo y cualquiera de vosotros en el entorno urbano y universitario. Tanto es así que ahora que he empezado a irme a pasear sola solita sola me he dado cuenta de que el hecho de que no existan barreras arquitectónicas hace que no existan tampoco las barreras sociales. Aquí la gente no se sorprende cuando ve a una persona con discapacidad haciendo la compra. Sin embargo, en cuanto te ven en una mínima dificultad acuden enseguida a ayudar. Tienen mucho camino recorrido. Pero os aseguro que tener una discapacidad también tiene sus ventajas, gracias a ella hicimos la fiesta “cremaillère” de la silla, es decir fiesta de inauguración, pero no de un piso como es tradicional por estas tierras, sino una nueva modalidad inventada por una servidora para celebrar con todos sus amigos que estrenaba silla, con cinta de inauguración incluida. Ahora estamos en el ecuador de nuestra estadía, por ello siento que hicimos muy bien en “enruedarnos” en esta aventura, ya que tal como dice Indras, el magnífico grupo de la terreta: “cambiamos la rutina de todos los días por sueños que curan sin ser medicina”, y en ello seguimos. Os queremos.

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